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La caza en Asturias

El principal atractivo de la caza en Asturias es la naturalidad. Si algo define la caza en Asturias es que se desarrolla en un paisaje hermoso y natural sobre poblaciones salvajes, entre las que destacan las de especies como jabalís y corzos, venados y rebecos, arceas y perdices, que se mueven libres por reservas y cotos regionales.

El venado, que estuvo extinguido en la región, se reintrodujo a mediados del siglo pasado. Hoy, con otras poblaciones del norte de España de similar origen, constituye un ejemplo cada vez más escaso de ejemplares salvajes, con genética de venado ibérico, que se mueven por terrenos abiertos. Lo mismo ocurre con el gamo, cuya única población en Asturias se localiza en la bellísima y dura sierra del Sueve.

La Caza en Asturias
El principal atractivo de la caza en Asturias es la naturalidad. Si algo define la caza en Asturias es que se desarrolla en un paisaje hermoso y natural sobre poblaciones salvajes, entre las que destacan las de especies como jabalís y corzos, venados y rebecos, arceas y perdices, que se mueven libres por reservas y cotos regionales.

El venado, que estuvo extinguido en la región, se reintrodujo a mediados del siglo pasado. Hoy, con otras poblaciones del norte de España de similar origen, constituye un ejemplo cada vez más escaso de ejemplares salvajes, con genética de venado ibérico, que se mueven por terrenos abiertos. Lo mismo ocurre con el gamo, cuya única población en Asturias se localiza en la bellísima y dura sierra del Sueve.
El corzo se distribuye por toda la región con densidades cada vez más altas, pues gran parte del territorio asturiano cuenta con hábitats óptimos para la especie.

El jabalí constituye la pieza más apreciada por la mayoría de los cazadores que practican su caza con la técnica típica del norte, la batida, y con perros cada vez más especializados.

Pero si hay una especie reina de la caza en Asturias seguramente ésta sea el rebeco, símbolo de los riscos de la Cordillera Cantábrica. Esta especie empieza a recuperar sus poblaciones tras la reducción de las mismas por una epizootia en la que, como en todas, no fue ajena la mano del hombre.

En cuanto a la caza menor, una especie acapara por méritos propios la mayor atención: la arcea o becada. Su caza en bosques y prados húmedos lleva pareja una especialización creciente. Como especie migratoria es digna del mismo respeto y cuidado que las sedentarias y en este sentido Asturias es un ejemplo de aprovechamiento sostenible. La existencia de extensos territorios en que su caza no está permitida, y el cierre ya tradicional a finales de enero, hacen que se pueda afirmar que además de mantener elevado el número de capturas, se garantiza el futuro de la especie y con ello el de esta actividad.

Ante la escasez de perdiz salvaje, relegada al suroccidente de la región, se autorizan sueltas intensivas que son conocidas como tales y permiten la práctica cinegética en las zonas donde se efectúan.