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Artículo en el blog de Paco Nadal sobre Somiedo

Somiedo: donde igual se te cruza una nutria que un oso

Por: Paco Nadal
Hace un par de días estuve en el valle de Somiedo. Las guías lo describen como la porción más aislada, pura y agreste de la montaña de Asturias. Pero para que no parezca que andamos siempre con tópicos y exageraciones, mejor cuento un par de anécdotas:

Mientras subía por la carretera que remonta el río Pigüeña, al que va a desembocar el río Somiedo, se me cruzó en la carretera… ¡una nutria! Llevo nosecuantos años pateando montañas y jamás había visto una nutria… y menos aún en la carretera. No creáis que huyó. Se paró en mitad del asfalto, me miró insolente, y solo cuando vió que ya había sacado la cámara, se fue sin mucha prisa. Me dio tiempo a fotografiarla de lejos.

Somiedo 1 Otra: en la carretera autonómica AS-227, la que cruza longitudinalmente todo el valle de Somiedo, se han colocado las típicas señales que indican precaución, cruce de animales en libertad; solo que dentro en vez de la silueta de un toro o de un ciervo se ve la de dos osos. Y es que las posibilidades de toparte con uno de ellos son reales.

Dicho esto, creo que no se exagera al decir que el parque natural de Somiedo, en Asturias, es una de las grandes zonas salvajes de Europa occidental. En el concejo solo viven 1500 personas y 6.000 vacas, repartidas en 38 aldeas. El 60% de sus ingresos proviene aún de la ganadería.

Hay muchas cosas que ver en Somiedo, pero si venís hasta aquí no dejeis de subir hasta los lagos de Saliencia. Lo más espectacular del parque. Para ello hay que remontar el valle homónimo hasta el alto de La Farrapona.

La carretera a Saliencia se abrió… ¡en 1988! Y el asfalto llegó al alto de la Farrapona hace solo dos años. El coche se deja en el puerto y desde allí se camina por un viejo carretil que daba acceso a unas minas hasta los lagos de la Cueva, Cerveriz, Almagrera y Calabazosa. Los famosos lagos de Saliencia, charcos dejados por las glaciaciones que forman un paisaje alpino estremecedor.

Pura alta montaña, a apenas dos horas de la gran ciudad. Si además te pilla un día de luz mágica como me sucedió a mi… ¡acabas la tarjeta de memoria de la cámara!