las vegas fluviales, (Ría de Miranda –Belmonte de Miranda-; Vega de Grado; Vega del Nalón –Candamo-; Vega del Trubia –Santo Adriano y Proaza-, Vega de Soto de Las Regueras).
Por sus suelos de depósitos aluviales, de excelentes aptitudes agrológicas, las vegas de los tramos medios y bajos de los ríos de la cornisa cantábrica han sido desde el paisaje de huertas y cultivos tradicionales por antonomasia.
Berzas, cebollas, ajos, judías verdes, coles, lechugas, calabazas, puerros, maíz, patatas o las extraordinarias y autóctonas fabas o fabes, sin olvidar otros cultivos de variedades alóctonas presentes de forma comercial hasta mediados del siglo XX como el tabaco, el té o el azafrán.
En cualquiera de nuestras vegas, soleadas y bien aireadas, paralelas a los bosques de ribera, se podrán encontrar espacios cultivados en los que el mimo y cuidado de sus propietarios se aprecia a simple vista, con la omnipresencia del río en todos los recorridos.
Las vegas fluviales
